domingo, 17 de agosto de 2014

Surinam, o "el más pequeño de todos"

El país es chico, pero el corazón es grande.
     Esa mañana entramos en Totness con ganas de conocer a los músicos del pueblo y la necesidad de abastecernos de comida. Inmediatamente después de habernos parado en el Mercado Central -con unos maravillosos cinco o seis puestitos de venta- nos increpa por detrás una voz decidida, pero en un idioma ininteligible para mi. Al darme vuelta tengo ante mis ojos a una mujer blanca muy delgada y de estatura media, con lentes que amenazan abandonarla saltando por su nariz, pero que no pueden ocultar la curiosidad de sus ojos. Además, veo que trae puesta una visera para el sol, de esas que usan los tenistas, y viene montada en una de las típicas bicicletas holandesas que pueblan las calles de Surinam. En menos de un segundo repite la frase y ante mi cara de estupor, cambia al ya por entonces familiar:

     -Where are you from?

     Cierro la boca y esbozo una sonrisa. No puedo evitar demostrarle que la energía que irradia ya me ha conquistado.






     Después de una brevísima presentación en un inglés “a lo Tarzán” -el mio y el de ella-, monta su bicicleta y nos hace señas de seguirla. Bastó que Pablo mencionara el nombre de uno de los músicos que buscábamos para que ella oficiara de cicloguía por las calles del pueblo. Fue increíble verla canturreando -"iuuu ruuu"- cada vez que llegaba a una nueva casa, incansable.
     Al concluir la búsqueda -con el magnifico resultado de dos números de teléfonos y la dirección de un centro musical en la capital- nos invita:

     -You like coffee?

Ans Steffens tiene 75 años. Es holandesa por nacimiento y surinamesa por decisión. Decisión que ni unos ni otros entienden. Enérgica como no había visto, cada mañana monta su bicicleta y sale a hacer compras – entre ellas el fundamental periódico.Al regresar tampoco para: cocina, lee, escribe, se ocupa del jardín, conduce el carro cuando es necesario y navega en Internet. Ya ha editado 3 o 4 libros para niños y actualmente es la primera y única persona en el país que produce aceite de noni.


La arquitectura surinamesa.
De las formas y colores que puedan imaginar.
     Son las 10 de la mañana, y después de nuestro Yes! -alegre y emocionado-, terminamos doblando un par de esquinas llenas de verde y casas de madera -tan distintas a las que viésemos en Guyana, y tan típicamente holandesas- hasta llegar a un jardín enorme invadido de frutales, con una casa blanca poseedora de una galería que, inevitablemente, me hizo añorar la lluvia y unos buenos mates. Por una de las ventanas asomaba la cabeza de un anciano: él negro, sus cabellos completamente blancos. Al vernos sonríe y exclama suavemente, hablando para si:
     -Hum! Caras nuevas!




Leo Lieveld tiene 90 años, es surinames por nacimiento y decisión. Decisión que lo trajo de vuelta desde Holanda, con mujer y tres hijas. Se mueve lento pero seguro, sin bastones de ningún tipo subiendo y bajando escaleras, aunque la mayor parte del día se la pasa sentado leyendo, y a juzgar por el tamaño de su biblioteca, se ha pasado en eso muchos días.


     Al compartir el café ambos se disculpan: "tantos años aprendiendo idiomas para no recordarlos cuando son necesarios...". Ese café fue el primero de muchos, doble fortuna del destino, cruzarnos sin apremio y con tantas ganas de compartir. Y de aprender. Esas charlas -si así las podemos llamar, mezclas de teatro e idiomas- fueron la mejor enciclopedia que podríamos haber consultado. Y el mejor de los oráculos.


Ans y Leo son marido y mujer desde hace mucho tiempo pero quien quiera que los vea diría que recién se están enamorando. Han vivido mucho y se mantienen jóvenes, con esperanzas. Su familia es prueba de la diversidad surinamesa, que según ellos mismos lleva sangre de los 5 continentes.

La biblioteca familiar.
Envasando NoniOil.














Café de por medio...

     Con Ans y Leo aprendimos que esta tierra fue botín de ingleses y holandeses, y que ellos trajeron a los africanos como esclavos y a los hindúes e indonesios como mano de obra barata -de dónde me suena esto?... Que antes había indígenas y que después -mucho después y en el contexto de la Segunda Guerra Mundial- vinieron muchos judíos que residían en Brasil y estaban siendo perseguidos allá. Que todos se mezclaron -ellos o sus costumbres- y surgió por necesidad el Sranan Tongo, la lengua que hoy los comunica -aunque el holandes se siga imponiendo en los espacios institucionales.


Hablando de Sranan Tongo, acá les dejo Dwingi libi, una canción del grupo surinames Sabakoe, representante de la música Kaseko.

Para escuchar el disco completo de Sabakoe click aquí.

     También nos contaron que cuando Surinam se tornó independiente, en 1975, casi un tercio de la población migró a Holanda y que eso dificultó las cosas para la nueva República. Que en los '80 hubo una guerra civil que desangró el oriente del país y de la cual Holanda todavía no se hace cargo de haber promovido...
     Cosas como estas y muchas más, como la incontable cantidad de comunidades negras que hay en el interior del país y sus incontables expresiones artísticas -entre ellas probablemente la más conocida sea la de los Saramakas-; o como que en Paramaribo, la capital, podríamos encontrar algo poco usual en el mundo: la  principal mesquita y la principal sinagoga, una al lado de la otra, y conviviendo sin ningún tipo de conflicto.

     Pero es que ellos lo cuentan tan bien! Y esa mezcla de idiomas y teatro... como podría yo reproducirla!

    Mejor les dejo unas fotos para que miren, y si se animan, van a verlos y les dicen que sus nuevos nietos siguen en Brasil, recordándolos.

El gran Findeysa, amigo y artista Saramaka.
Java: el rio se cruza con canoa desde la epoca de la guerra civil, cuando
derrumbaron el 
puente.


Calle en Paramaribo.
Banco y Catedral, Paramaribo. Así de ecléctico es Surinam.
Vecinos: las principales mesquita y sinagoga del país.

Centro de Cultura Afrosurinamesa. Paramaribo

Fotos: Pablo Mercker-Sague



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